Water for Elephants (2011)

Desde el minuto 1 hasta el minuto cercano al 105 (antes de que inicien los créditos) el editor lleva al espectador a pulso acelerado. Las escenas pasan volando, y con ello la credibilidad del filme se va esfumando. Los conflictos se presentan, se tratan y se solucionan de manera rápida, por lo que no hay oportunidad de asimilarlos o cuestionarlos. Eso es, lamentablemente, una edición propia del estigma hollywoodense. No hay tiempo para reflexionar sobre qué nos podría dar la historia en el siguiente cuadro; la película misma se encasilla, dándonos pistas -en base a experiencias fílmicas anteriores- sobre qué vendrá a continuación. Es decir, se vuelve predecible.
Un claro ejemplo de su predictibilidad es cuando aproximadamente a la mitad del largometraje nos cae la peseta de que el triángulo amoroso entre Jacob, August y Marlena -Reese Witherspoon- no es un simple detalle secundario, sino que más bien es el argumento de fondo. Como dicen por ahí, “eso es lo que vende” (y si querés ver escenas sexuales –casi- explícitas ésta no es la película para vos).
A partir de este “romance” gira lo demás. Ergo, tenemos una trama simple, que evita –por dicha- caer en lo cursi, adornándose de una bonita ambientación en la década de los 30 con pueblos parecidos a los de aquellas cintas del Viejo Oeste, y vestuarios que a primera vista son apropiados. Incluso, podríamos aducir que los besos insípidos entre Jacob a Marlena no fueron por falta de química o incomodidad en medio de Pattinson y Witherspoon, sino una adaptación precisa de las demostraciones de amor de la época.
La representación del bien y el mal, del héroe y el villano, es evidenciada desde el momento en que Jacob conoce a August. Waltz, al cual ya le conocemos sus virtudes actorales –sobre todo encarnando a ese villano megalómano y expresivo-, representa a aquél que todos deberíamos odiar, y lo hace muy bien; mientras que Pattinson (famoso por chick flicks de muy baja calidad como la saga de Twilight) nos muestra a un personaje con más madurez que la de un vampiro adolescente, pero sin dejar de lado los gestos, miradas, de “me estoy esforzando demasiado por verme misterioso”.
Asimismo, es una lástima que al acercarse el desenlace el equipo de producción (y así evito criticar una novela que no he leído) haya insertado un pseudo giro a través de un suceso innecesario. De no haber sido por la cortísima duración de su puesta en escena, éste podría haber contribuido a una historia menos lineal, y por ende más interesante.
En fin, Water for Elephants nos muestra un guión (¿o novela?) cliché en su romanticismo, sonoramente bien acompañado (no se podía esperar menos de James Newton Howard), con una cinematografía depurada y un reparto presentándonos actuaciones satisfactorias; pero también un drama trivial que desemboca en un “final feliz” que se adivinaba desde el primer ligue (o cortejo).
Seré pura vida y le daré un 6.
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